El ácido butírico como solución a la disfuncionalidad de la microbiota intestinal en pacientes con Psoriasis

“Artículo de revisión científica”

El ácido butírico como solución a la disfuncionalidad de la microbiota intestinal en pacientes con Psoriasis.

Contexto

Se desconoce exactamente cuál es la raíz de la enfermedad de la piel psoriasis, una serie de factores genéticos que participan en su aparición y desarrollo, así como factores ambientales responsables del desencadenamiento de los brotes: traumatismos; infecciones; fármacos; situaciones de mayor estrés emocional y factores metabólicos, se barajan como motivos sustanciales.

La evidencia publicada respalda que los pacientes con enfermedades autoinmunes padecen de una microbiota intestinal alterada.

 

Objetivos

Se pretende examinar si:

  1. La microbiota intestinal de pacientes con psoriasis estaba alterada, en su equilibrio y su potencial funcional, en comparación con pacientes sanos.
  2. Existe diferencia si realizamos una comparación con parejas convivientes sanas.
  3. Existen relaciones con la gravedad de la enfermedad y el impacto estacional en la microbiota intestinal.

 

Debate

La barrera intestinal y la cutánea comparten muchas características. El intestino y la piel son muy análogos entre sí, en cuanto a propósito y funcionalidad. Ambos órganos están altamente inervados y vascularizados, ya que ambos son esenciales para la función inmune y neuroendocrina [6].

Esta semejanza da lugar a la existencia del eje intestino-piel [6].

La epidermis de la piel, proporciona una superficie cutánea total de aproximadamente 25 m2 y es una de las superficies epiteliales más grandes para la interacción con los microorganismos. El tracto gastrointestinal es una de las interfaces más grandes (30 m2) entre el huésped y su entorno. Se estima que alrededor de 60 toneladas de alimentos pasan por el intestino a lo largo de la vida, todo lo cual tiene un gran impacto en la salud humana. Tanto el intestino como la piel están inmensamente inmersos en microbiota, ya que se estima que la piel tiene alrededor de 1012 células microbianas, mientras que el intestino cuenta con 1014 células microbianas.

La superficie interna del intestino y la superficie externa de la piel están cubiertas por células epiteliales (ECs) que tienen contacto directo con el entorno exógeno. Las ECs mantienen un vínculo importante entre el cuerpo interno y el entorno externo. Actúan como primera línea de defensa, impidiendo la entrada de microorganismos [7]. La queratina, que está presente en el epitelio escamoso estratificado de la piel, presenta una barrera física formidable para la mayoría de los microorganismos [9]. Además, este compuesto hace que la piel sea resistente a ácidos y bases débiles, enzimas bacterianas y toxinas [9]. Las mucosas proporcionan barreras mecánicas similares, ya que comprenden una capa de glicoproteína encima del epitelio en la que residen las bacterias comensales. La acidez de la piel (pH de 5,4 a 5,9) crea un ambiente inhóspito para posibles patógenos e inhibe el crecimiento bacteriano. El sebo producido por las glándulas sebáceas actúa como sello para los folículos pilosos y contiene varias moléculas antimicrobianas, así como lípidos nutricionales específicos para los microorganismos beneficiosos. Mientras tanto, en el sistema digestivo, la saliva y el líquido lagrimal contienen lisozima, seguidos por las mucosas del estómago que secretan ácidos fuertes y enzimas que digieren proteínas. Además, el moco atrapa microorganismos que ingresan al tracto digestivo y respiratorio. Todo ello acerca, todavía más, su paralelismo.

Numerosos estudios proporcionaron evidencia de un profundo vínculo bidireccional entre la salud gastrointestinal y la homeostasis de la piel a través de la modificación del sistema inmunológico [11-13]. La modulación del sistema inmunológico ocurre principalmente a través de la microbiota intestinal. Sin embargo, la microbiota cutánea comensal es igualmente esencial para el mantenimiento de la homeostasis inmunitaria de la piel [14]. Tanto el intestino como la piel albergan diversas especies bacterianas, fúngicas y virales que mantienen simbiosis con el hábitat humano, este equilibrio podría conducir a una función de barrera deteriorada. La recuperación de la homeostasis de la piel después de una alteración o estrés a través de la microbiota intestinal afecta tanto a la inmunidad innata como a la adaptativa.

El control de los procesos inmunológicos dentro de los tejidos mucosos depende de la interacción entre las ECs y las células dendríticas (CD), ya que ambos tipos de células participan en la detección y presentación de antígenos. Otras similitudes entre los tejidos del intestino y la piel es la alta tasa de renovación celular, que inhibe la adherencia y la infección por parte del microbioma colonizador. La piel y el intestino son los dos nichos principales que albergan microorganismos simbióticos procariotas y eucariotas. Ambos tejidos responden activamente al estrés y la ansiedad, ya que enfrentan desafíos similares. Sorprendentemente, enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal y la psoriasis comprenden una disfunción de la barrera epitelial y una mayor tasa de recambio celular epitelial. El aumento de la permeabilidad de la piel epidérmica y de la barrera intestinal se debe a la interacción aumentada de alérgenos y patógenos con los receptores inflamatorios de las células inmunes. Ambas enfermedades tienen una respuesta inmune análoga e involucran células fagocíticas, dendríticas y killers naturales junto con una variedad de citocinas y péptidos antimicrobianos que inducen una respuesta de células T. Además, ambas enfermedades se caracterizan por disbiosis en la composición del microbioma que recubre los respectivos revestimientos de la interfaz.

Las afectaciones del microbioma de la piel y el intestino son similares. La piel es la barrera más grande del cuerpo con el entorno exterior. Está ricamente perfundido con células inmunes y fuertemente colonizado por células microbianas, que a su vez entrenan a las células inmunes y determinan el bienestar del huésped. El tracto intestinal alberga una colección diversa de bacterias, hongos y protozoos. Muchos de estos microorganismos son esenciales para la función metabólica e inmune, ya que metabolizan polisacáridos complejos no digeribles en nutrientes esenciales como la vitamina K y B12, butirato [15,16,17], propionato y acetato. Estos últimos tienen un efecto positivo sobre la integridad de la barrera epitelial. La integridad de la barrera intestinal juega un papel crucial en la protección de la microbiota impidiendo que penetre en la circulación sistémica y evitando la inflamación en el intestino. La dieta puede tener un papel vital en el mantenimiento de determinadas patologías de la piel, el estilo de vida, como la dieta y la higiene, tienen un impacto determinante en la tolerancia del sistema inmunológico a la microbiota comensal, que, en combinación con la susceptibilidad genética, conduce a una disbiosis microbiana y a enfermedades, que se han asociado con el desarrollo de numerosas enfermedades inflamatorias inmunomediadas, como la artritis reumatoide, la psoriasis y la dermatitis atópica.

Ensayo

Se recolectaron 126 muestras fecales de 53 pacientes con psoriasis en placas, no tratados sistémicamente; 52 controles sanos emparejados por edad, sexo e índice de masa corporal; y 21 parejas de hecho. Una subpoblación de 18 pacientes con psoriasis y 19 controles sanos continuaron en un estudio longitudinal, donde se recogieron de cuatro a seis muestras fecales durante 9 a 12 meses. La microbiota intestinal se caracterizó mediante análisis de secuenciación metagenómica (shotgun).

Resultados

Se observó una variabilidad significativamente menor (P = 0,007) y una diferencia en la composición de la comunidad (P = 0,01) de especies metagenómicas en pacientes con psoriasis en comparación con controles sanos, y los pacientes con psoriasis tenían una diversidad microbiana menor que sus parejas ( P = 0·04). Además, la riqueza funcional disminuyó en pacientes con psoriasis en comparación con controles sanos (P = 0,01) y parejas (P = 0,05). La mayor gravedad de la enfermedad se correlacionó con alteraciones en la taxonomía y la función, con una ligera tendencia hacia una menor variabilidad de especies metagenómicas, aunque no significativa (P = 0,08). El análisis estacional no mostró cambios en la composición de la comunidad en controles sanos o en pacientes con psoriasis.

Conclusiones ensayo

Los hallazgos de una microbiota intestinal diferente en composición y potencial funcional entre pacientes con psoriasis y controles sanos respaldan un vínculo entre la microbiota intestinal y la psoriasis. Estos hallazgos deben validarse en estudios más amplios y aún debe demostrarse una posible relación causal entre la microbiota intestinal y la psoriasis.

Conclusiones finales

La relación directa entre los dos órganos más grandes del organismo humano, la piel y el intestino, y como las afecciones de su microbiota residente afectan a la salud y funcionamiento de los diferentes órganos del organismo, nos acercan a una conclusión con firmes cimientos: A través del cuidado de la microbiota y del microbioma de nuestro intestino, mediante por ejemplo la toma de ácido butírico en forma de triglicérido natural, contribuimos a la salud de ambos órganos, piel e intestino, con lo que las patologías asociadas se verán mejoradas y compensadas por el buen funcionamiento de las dos variables del eje. Enfermedades de la piel, como la psoriasis, son atenuadas y controladas a través del cuidado de la flora bacteriana intestinal y de la piel.

Nota del autor: efectivamente nos faltaría el otro eje de coordenadas, el cerebro, que podremos debatir en próximas ocasiones.

Juan Fernández

Biólogo y Fundador de KeyBiological

Colegiado nº: 20846-X

www.KeyBiological.com

 

 

Referencias bibliográficas

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